Muy mal cuando el alergólogo le había marcado claramente en la receta a mi hija que la vacuna la solicitaba al laboratorio tomada y la farmacia la trae inyectada. Ya había tenido que abonar la mitad y no me permitieron devolverla. La farmacéutica culpó al laboratorio porque según ella no estaba indicado en la receta y allí constaba claramente. El alergólogo se indignó porque figuraba en la petición muy claro y no es de su agrado que al niño haya que inyectársela porque sí. Por tener que darle la vacuna inyectada a la niña, desconocía la caducidad tan temprana, tenía que pedir cita o esperar a un familiar para que se la pusieran y se me han caducado. Un dineral perdido y en lo demás, también muy cara. Maravilloso...