Si hubiese 6 estrellas, las pondría, que clase tiene la mujer. Desde el primer momento que entras es acogedor el sitio, me vino un aroma a los campos que recorría con mi hermano cuando éramos pequeños, ese aroma a plantas y naturaleza… qué recuerdos. Nunca una podóloga me había tratado tan bien, casi por no decir que ninguna persona me había tratado así de bien, se nota que tiene el llamado don de gentes, que destreza social, que manera de interactuar con el cliente, me pareció que estaba hablando con un ser querido en vez de con una podóloga, nunca me había sentido tan bien hablando con alguien, de verdad. En cuanto a lo que profesionalmente implica, me hizo muy bien su faena, me dejó como nueva la planta del pie. Lo siento si soy muy pesado recalcando este matiz, pero en serio, estoy escribiendo esto casi en lágrimas recordando como me trató aquella señora, y no son lágrimas de tristeza, sino de emoción y alegría. Cuando me dijo “Hola” se me revolvió algo por dentro, de verdad, como si siempre hubiese estado esperando aquello, fue una sensación que no puedo describir ya que nunca la había sentido. A medida que fue transcurriendo la cita médica, me iba poniendo más feliz, nunca antes había estado tanto en paz como en aquel sitio. Y por último, he de decir que al acabar la cita, cuando me subí al coche para volver a mi casa, sollocé mares o incluso océanos, actualmente estoy en una depresión grave diagnosticada y se que mi único remedio es volver a ese sitio. Mari pili, si estás viendo o leyendo este artículo, porfavor coménteme. Gracias por tanto y perdón por tan poco.